Tiempo de escucha: Jóvenes nuevos
“Padres Sinodales”
(Ramón Salcido: academia de pastoral)
El papa Francisco
inauguró el 19 de marzo, el presínodo con el tema “Los jóvenes, la fe y el
discernimiento vocacional” en el que participan por primera vez 300 jóvenes de
todo el mundo reunidos durante una semana (19-24 de marzo) en el Pontificio
Colegio Internacional María Mater Ecclesia. Se trata de jóvenes no sólo
católicos, sino también de otras religiones, así como no creyentes, algunos de
los cuales han vivenciado situaciones como la cárcel, la toxicodependencia o
han sido víctimas de prostitución y de explotación laboral.
Esta participación
juvenil es un hecho inédito, que busca “que los jóvenes sean escuchados y que
sean los primeros en hablar” explicó el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario
general del sínodo: “Por eso nos pareció muy importante que ellos mismos se
vuelvan como ‘Padres sinodales’”. El
fruto de ese encuentro en el que se discutirá en torno a 15 preguntas
centrales, será uno de los documentos que se entregarán a los participantes del
sínodo de obispos en octubre de este año.
Adicionalmente se
han creado grupos de Facebook para que cualquier joven de entre 16 y 29 años
pueda participar y expresar su opinión, cuentas de Instagram así como etiquetas
de Twitter para que los muchachos puedan expresarse en las redes.
En su discurso el
papa expresó que ningún informe estadístico sustituye el confronto cara a cara:
“La juventud no existe. Existen los jóvenes, rostros, historias, ilusiones”.
El papa Francisco
instó a los jóvenes a hablar con valentía lo que guardan en el corazón: “Hablar
con valentía […] ’Que tengo vergüenza ¡No! Aquí, la vergüenza se deja fuera de
la puerta. Se habla con valentía. Lo que siento lo digo. Y si alguien se siente
ofendido, pido perdón y sigo adelante (risas). ¡Pero, ustedes saben hablar
así!”.
Si este es el
tiempo de hablar de los jóvenes, para nosotros debe ser el tiempo de acercarnos
a escucharles, sin prejuicios, con apertura pastoral, con corazón de pastor.
Una forma más de conversión cuaresmal.
La moratoria que
culturalmente se impone hoy a la juventud para insertarse plenamente en la
sociedad con derechos y posibilidades reales de participación y desarrollo, los
ubica en una cada vez más prolongada etapa de adolescencia, de carecer de todas
las condiciones necesarias para participar socialmente como adulto en sentido
pleno.
También la Iglesia
podemos las comunidades y organizaciones eclesiales actuar como una especie de
gerontocracia que ve, piensa y vive como viejos; que mira a los jóvenes sobre
el hombro con una especie de autosuficiencia condescendiente, sin tomarlos en
serio, más o menos como los judíos religiosos del tiempo de Jesús veían a los niños, como humanos sin
personalidad plena. En ese sentido, parafraseando el evangelio, seguramente
Jesús nos diría hoy: “Dejad que los (jóvenes) vengan a mí; no se lo impidáis,
porque de los que son como éstos es el reino de Dios“ (Mc 10,14).
Muchas de las
acciones que actualmente realizamos con Iglesia, están de alguna manera
impidiendo que los jóvenes se acerquen, conozcan y amen a Jesús. Las
estructuras de participación eclesial cada vez responden menos a las
necesidades espirituales de la juventud. Según la “Encuesta Nacional de Cultura
y Práctica Religiosa en México 2014”, del IMDESOC del 100% de quienes dejaron
de ser católicos el 69% lo hicieron antes de los 35 años, siendo el periodo
entre los 15 y los 20 años el rango de edad en el que mayormente se abandona la
religión. Además, la inmensa mayoría de estos jóvenes no abandonan la fe para
ir a buscar otra religión, sino que buscan otras maneras de crecimiento
espiritual lejos de las instituciones religiosas. En otras palabras, sí estamos
siendo un obstáculo para acercarse a Jesús, nosotros que no sólo no debemos
impedirlo, sino que estamos llamados a llevarlos con el Señor.
De este modo, nos
viene bien acompañar el presínodo escuchando a los jóvenes y animándolos a
decir su palabra a través de los diversos medios, sin temor de verter lo que
llevan en el corazón aunque eso nos pueda doler.
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